domingo, 21 de marzo de 2010

Actividad 1.

Taller de Redacción.
Ricardo Martínez.
Actividad 1.

¿Existe una manera de hacer esto bien? No lo sé, y ciertamente nunca lo supe más allá de lo obvio: puntos y comas separan ideas de diferentes maneras, acentos y tildes pueden hacer una gran diferencia, sin embargo nunca quise – y aún no sé si quiero - aprender a hacerlo bien. Juntar letras para darle sentido a lo que no lo tiene mientras se queda estancado en mis sesos… no, nunca fue la idea.
Siempre reafirmo mi teoría de que los sentimientos y las emociones no tienen lógica, entonces ¿Cómo le doy lógica a lo que se desliza por mis yemas hasta una hoja en blanco? Difícil, pero no imposible.

He pasado años de incertidumbres que me coartan a la realidad. No sé someterme al resto, no sé encerrarme en palabras que sueltas no tiene mayor factidad que la que les da su significado y no pretendo quedarme sentada mirando cómo la vida me pasa por encima y se ríe de mis conflictos con la realidad. Es distinto escribir cuando las ideas se acurrucan entre los pliegues de mi cerebro a cuando lo hacen en mis pupilas, describir los hechos es un trabajo fácil cuando se sabe cómo.

No me gusta escribir, así de simple, no me gusta y evito hacerlo. Si todo se basa en la comunicación las palabras no son el medio que yo elegiría para hacerlo, porque las palabras te exponen a una realidad lógica, donde las cosas que no tenían sentido antes, ahora ya lograste darles uno. No me gusta escribir porque hacerlo implica leer y no me gusta leer. Para leer tienes que salir de tu cabeza y ponerte en la de quien ha escrito las palabras que sostienen tus ojos en un ángulo de noventa grados. Si tan solo existiera una manera de leer sin hacerlo, sin tener que someterse a la opinión de alguien absolutamente ajeno a uno mismo, sin necesidad de entender lo que se lee, ya sea porque la forma no tiene que ver con el fondo o porque el fondo es menos interesante de lo que nuestros límites intelectuales pueden llegar a soportar. Escribir debería ser un arte abstracto, lo que significa que leer también lo sería. Y las limitaciones se irían, el sentido esta en uno, si un autor quiso decir A y yo entendí B que sea porque eso que es A, a mi me afecta de B manera, y así mismo influye en mí y mi actuar, no precisamente porque no logré entender el concepto A del que intentaban hablarme. Si A era el objetivo inicial, siempre iré buscando B, porque me gusta romper la rutina de leer por leer, sino darle un sentido propio a lo que se lee, un toque propio de subjetividad que la gente a veces se olvida. Y no, no me gusta escribir, no me gusta leer, no me gusta que la gente lea lo que escribo, y pocas veces me gusta leer lo que escribe la gente, aún así, y contra mis principios, lo hago. Leo y escribo repetidas veces al día, y leo lo que escribo, escribo lo que escucho, lo encierro en superficies que me den la libertad que las palabras me quitaron y de un segundo a otro mi piel se puede convertir en la mejor superficie para recibir la tinta con mis letras.

Escribo porque, aunque no me guste, es una buena manera de exteriorizar las ideas que tengo, si lo hago con atención y cuidado no es difícil hacerme entender por quienes no lo hacen. Me gusta la comunicación y esta es una de las maneras de hacerlo, incluso si no hay un receptor a quien dirigirse, escribir para crear universos paralelos donde pueda ser y hacer lo que realmente quiero, o tal vez escribir sobre mujeres que besan sus anhelos y no le temen al destino. Contemplar las los signos de un mundo imaginario para después llevarlo a la realidad, eso es lo que me gusta hacer. Hace un tiempo, una profesora en el colegio me pidió que hiciera un par de artículos para el anuario del colegio y entre dudas acepté su oferta, pues no sabía cómo se hacía, no sabía si quería hacerlo, y menos sabía si quería que alguien lo leyera, pero tomé el riesgo de quedar en ridículo, de ser criticada o simplemente ser un párrafo más en la revista. Esa vez escribí por obligación, entre miedos logré sacar de mi cabeza dos o tres textos que no parecieron malos, pero no era algo que moría por hacer de nuevo.

No escribo por escribir, escribo para crear imágenes, lugares, personas, incluso cielos nunca antes vistos. Así no pierdo las mil ideas que flotan en mis entrañas y de a una las voy tomando y plasmando en la realidad, veo cómo poco a poco una idea toma forma y puede llegar a ser desde una fotografía en tonos sepia, hasta un video lleno de colores y formas distintas. Así me gusta comunicar, mezclando mis ideas y los espacios en un punto de equilibrio preciso donde se logre el objetivo planteado, juntar los tonos adecuados con lápices de cera y rellenar los blancos con el sonido y la música. Es un lugar que está más allá de las estrellas, pero aún dentro de mi cabeza, donde cada palabra es una nota, cada coma un sonido diferente y en un punto de la realidad letras, sonido e imagen se unen y forman uan ronda alrededor de mi organismo para darme sentido.

Así no paso desapercibida, no describo las ideas de otro, ni me rijo por las leyes de gravedad que Newton nos heredó mucho antes de saber que comunicar era la base de sus experiencias, vuelo entre mis nubes de colores y me refugio en las lágrimas de aquel que no ha llorado por que lo que lo he hecho yo, y ese otro no necesitará de mi consejo, mientras que no se da cuenta cuándo, ni cómo es que me aconseja a mi, porque solo se da cuenta de lo que yo quiero que se de cuenta. Siempre y cuando no tome vida propia como el mismo Quijote.

Me gusta pensar que la vida es un cuento de hadas, con príncipes azules y dragones que lanzan fuego, pero que uno lo va modificando a su antojo para así escribir su propio cuento y alcanzar sus propios logros, sin que estos impliquen vestidos rosados, brujas o manzanas envenenas, sino cosas más simples y posibles, donde existen las parejas perfectas, los profesores lateros, los terremotos que nos desconectan y nos confunden, que nos dejan sin casa, sin comida o sin luz, según sea el caso. Es muy posible que después de mí y la gente que me toque conocer en la vida, nadie nunca tome este cuento que escribo día a día, pero no lo hago para ser leía, no todavía al menos, aunque nunca ha sido ese mi objetivo. Escribo para perdurar en el tiempo y el espacio, solo un poco más allá de mis expectativas.
Tal vez no lo hago muy seguido, ni sé hacerlo de la buena manera, pero lo hago, y de vez en cuando siento orgullo por el texto, que más bien se va escribiendo solo, como esa vez en el anuario del colegio que bajo un par de artículos se advierte las letras en negrita que aluden al autor: “Macarena Nieto Ramírez”.

Macarena Nieto Ramírez.

martes, 16 de marzo de 2010

lunes, 15 de marzo de 2010

Lo que más quise, Lo qué más quiero

Precious.-
Es mi mezcla y mi base y mi soporte y mis alas y mis suelos y mis pasos y mis miedos y mis cesos.
Es mi todo.
Son las letras que ocupo y son los palabras que selecciono, los pantalones que guardo en el ropero hace años y que no he podido usar aún.
"Hay quien prefiere lo grande, y a mi me gusta lo pequeño"... Desde acá todo parece pequeño, delirio de fiebre. "Que no tengo miedo a que pase el tiempo, sino a que pase y se lleve los recuerdos"... Parece leído de mis pensamientos...
Hoy sigo sin saber. O sin querer... o sin pensar querer... o sin querer pensar.
Pánico numero uno: Rapidamente afrontado, lentamente asumido, un poco digerido y casi nada masticado. Preparado para el horno en una cocción de 200 grados graham-bell.
Pánico núero dos: Aúno no tiene nombre, aún no tiene dueño, pero si tiene madre y padre, y se perdió, se le fue su globo de helio y ya no entiende.
Me perdí, y no me busquen... A ratos me gusta estar perdida. A ratos lo olvido... Y a ratos caigo.
Ahora me vuelvo pa mi casa.
Te digo adiós por un tiempo,
que tengo ganas de ser la muchacha
a la que nadie, muchas veces, creyó.
Hay que mirar pa adentro
si el río va muy seco,
que debajo de la tierra
viaja un océano.
Que las llanuras de mi tierra
se hundan con el cielo
y allí descanzo yo
y busco mis recuerdos.
Hay quien prefiere lo grande,
y a mi me gusta lo pequeño.
Que la d i s t a n c i a te ayuda a mirar
con mucho menos miedo.
Quiero vovler a cerrar los ojos
y ver lo que yo quiero.
Que no tengo miedo a que pase el tiempo,
sino a que pase y se pi r an los recuerdos.
En silencio...
En silencio...
Está lo que más quise,
Lo que más quiero.
Que acumulamos mucho
y respiramos menos.
Que el aire es cada día, es mucho menos fresco,
Que cada día que pasa sigo echándote de menos.
Que vaya por donde vaya aún te muero.
Que las llanuras de mi tierra se hundan con el cielo
Y allí descanso yo
y busco mis recuerdos.
Que las llanuras de mi tierra
se hundan con el cielo
y allí descanso yo
y busco mis recuerdos.
En silencio,
En silencio
Está lo que más quise,
Lo qué más quiero.
Bebe - Pa mi Casa.-