domingo, 26 de junio de 2011
cuenta regresiva...
Tres meses y un día...
todavía quedan siete años y... nueve meses, veintinueve días.
por mientras... sklefjklaejflakjfaehfaekjflajfioajfoqfefhewjfjwkcnqawf
perdí mi aro de círculo y tengo que asumir que olvidé el sonido de su voz.
todavía quedan siete años y... nueve meses, veintinueve días.
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perdí mi aro de círculo y tengo que asumir que olvidé el sonido de su voz.
martes, 21 de junio de 2011
domingo, 19 de junio de 2011
Planes!!!!
Estas son las 72 cosas que no puedes perderte de nuestra capital, para sentirte como un verdadero santiaguino.
1) Caminar por el Parque Forestal. HECHO2) Caminar por el sendero de Chile.
3) Carretear en barrio Bellavista.HECHO
4) Comerse un completo en los locales del Portal Fernandez Concha.
5) Comerse un mariscal en el Mercado Central.
6) Comerse una parrillada en algún establecimiento con presentaciones folklóricas.HECHO
7) Comerse una tortilla de rescoldo en Cajón del Maipo.HECHO
8) Comprar artesanía en lapislázuli.
9) Comprar ropa vintage en la calle Bandera.
10) Comprar un Indio Pícaro en la feria artesanal de Santa Lucía.HECHO
11) Cruzar el palacio de La Moneda.HECHO
12) Dar una vuelta por el Paseo Ahumada.HECHO
13) Dormir una siesta en el Parque de las Esculturas.HECHO
14) Darse una vuelta a Pomaire y comerse una empanada.
15) Divisar un ovni en Lo Cañas.
16) Entrar a la Biblioteca Nacional.HECHO
17) Entrar a la Catedral de Santiago.HECHO
18) Entrar a la Estación Mapocho.HECHO
19) Entrar a la Iglesia Recoleta Domínica.
20) Entrar a la Iglesia de San Francisco.
21 )Hacer un tour en bicicleta.
22) Hacer el tour de noche por el Cementerio General.
23) Hacer parapente en el cerro Manquehue.
24) Hacer un asado en el Parque Intercomunal.HECHO
25) Hacer un recorrido por Línea 1 del metro.HECHO
26) Hacer una manda en el Santuario de Carmelita de Auco.
27) Ir a la Quinta Normal.HECHO
28) Ir a esquiar a algunos de los centros de Portillo o La Parva-Farellones.
29) Ir al Teatro Municipal.HECHO
30) Ir a la plaza Ñuñoa.HECHO
31) Ir a Fantasilandia y subirse al Pulpo.HECHO
32) Ir a la Chascona (casa de Pablo Neruda).HECHO
33) Ir a la Peluquería Francesa.HECHO
34) Ir a la Vega Central.HECHO
35) Ir a las fondas del parque O'Higgins.
36) Ir a las termas del Cajón del Maipo.
37) Ir a un restaurante chino o peruano.HECHO
38) Ir al museo de Arte Precolombino.
39) Ir al Persa Bio-Bio.HECHO
40) Ir al Pueblito de los Domínicos.HECHO
41) Ir de compras a Patronato.HECHO
42) Ir el domingo al Museo de Bellas Artes.HECHO
43) Jugar ajedrez en la Plaza de Armas.
44) Subir al circuito cultural del Transantiago de los días domingo.
45) Subir el Cerro Santa Lucía.HECHO
46) Subir en bicicleta el Cerro San Cristóbal (mejor es la bajada).
47) Tomarse un café en la galería Drugstore.
48) Tomarse un helado en el Paseo Ahumada.HECHO
49) Tomarse un mote con huesillo en la cumbre del Cerro San Cristóbal.
50) Tomarse un terremoto en La Piojera.
51) Tomarse una foto en el mural de la estación de metro U. de Chile.
52) Un paseo por barrio La Bolsa.HECHO
53) Un paseo por calle San Diego y comprar libros usados.HECHO
54) Un paseo por la Plaza Brasil.HECHO
55) Un paseo por las calles del barrio París Londres.HECHO
56) Ver la Parada Militar.
57) Ver los juegos de agua de la Fuente Bicentenario.HECHO
58) Ver un show callejero de la Plaza de Armas.HECHO
59) Visitar viña Santa Rita y Museo Andino.
60) Visitar Barrio Concha y Toro.HECHO
61) Visitar el Barrio Lastarria.HECHO
62) Visitar el Barrio Yungay.HECHO
63) Visitar el Centro Gabriela Mistral (GAM).HECHO
64) Visitar el Museo de La Merced.
65) Visitar el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
66) Visitar el Museo Interactivo Mirador (MIM).HECHO
67) Visitar el Palacio Cousiño.HECHO
68) Visitar el Palacio Falabella.
69) Visitar la galerías de arte de Alonso de Córdova.HECHO
70) Visitar los jardines del ex-Congreso Nacional.
71) Visitar un mall.HECHO
72) Visitar Villa Grimaldi.
HECHO: 40
Marcador en 0... <3
Había TANTO escrito bajo esta foto... pero creo que la foto habla por sí sola.
o no...
Necesito dormir y calmar esta ira...
Lyssa don't wake up please...
Espero lo entiendas demonio mio...
No es que ya no te quiera, solo que me revuelves los recuerdos y no lo quiero de vuelta...
Es lo malo de tener buena memoria... Nunca olvidar lo bueno... ni lo malo.
sábado, 18 de junio de 2011
Tengo
Tengo pena, tengo mocos, tengo frío, tengo que estudiar...
Tengo, tengo, tengo, tú no tienes nada, tengo tres ovejas en una cabaña...
Tengo, tengo, tengo, tú no tienes nada, tengo tres ovejas en una cabaña...
domingo, 12 de junio de 2011
domingo, 5 de junio de 2011
viernes, 3 de junio de 2011
Una coma entre tanto mar
Sus manos juegan con la arena fría que se le mezcla entre los dedos. El oleaje hace un eco en la cuenca de su oído derecho, mientras el izquierdo intenta escuchar la profundidad de la tierra. Gira la cabeza en dirección al cielo y el sol encandila sus pupilas con la mañana. Se sienta e intenta mirar el infinito, pero a su alrededor solo hay arena. Húmeda y fría arena, compañera en esa noche que todavía no prueba recordar. Su mano derecha sube hasta su cara y la despeja del pelo que descansa en ella. Sube la otra, masajea sus sienes y piensa. Se escucha la respiración que rebota suave con las palmas de sus manos, se escuchan las olas, se escucha el viento del mar, mas ella no logra recordar cómo llegó hasta ahí.
La sorprende un inexplicable dolor de cabeza que se instala entre ceja y ceja. La puntada y el sol hacen un pacto y ella ve como su paz vuela entre las nubes y el cielo eterno. Se levanta del suelo y ahora en los pliegues de su ropa podría construir castillos si quisiera. Mira hacia sus pies y los ve descalzos, los hunde y los siente fríos. Los examina con los ojos, se mira las manos y las sacude con su ropa. Quiere caminar, pero el sol no la deja levantar la mirada. Con la mano izquierda hace sombra en sus ojos que miran directo hacia sus pies y ellos avanzan, uno tras otro, en dirección al muelle.
La ropa es la misma del día anterior, la cara, las manos y el pelo. Camina por la orilla del mar hasta que, sin aviso ni clemencia, la ataca un recuerdo borroso y ruidoso. Con los ojos cerrados se ve sentada con las piernas cruzadas, un cigarro en su derecha y las carcajadas que golpean el tímpano y colisiona en su cabeza. Abre los ojos y trata de recordar. Busca en sus bolsillos alguna señal de la noche anterior, pero ni cigarros ni carcajadas guarda en ellos, solo arena sucia y fría.
Sigue caminando, ahora en dirección contraria, hacia donde ella había despertado minutos atrás cuando otro irrespetuoso recuerdo la acecha. Con las manos en el rostro escucha una guitarra y un canto en cámara lenta. Las luces hacen líneas luminosas en su cabeza, serpientes brillantes que la ciega en su ceguera. Hasta ahí el recuerdo. La arena y el mar eran inmensos y el cielo con sus nubes no hacen más grande su existencia.
Se detiene y se acerca al mar. Humedece los pies en la arena que el sol no ha sabido secar. Sigue caminando hasta que el mar le inunda las rodillas y mira el horizonte. Claro y luminoso deja un pero entre su continuidad, una coma entre tanta agua, una mancha que se menea con el vaivén de las olas. Mientras mira otro recuerdo la ciega y ensordece. Esta Magdalena, su hermana, sonriente y coquetea. A su lado un hombre, pirata, marinero, pescador… No tiene idea, un hombre vestido de hombre. Y atado al muelle una balsa. Abre los ojos y mira hacia el muelle, hacia donde está saliendo el sol. Pero no hay balsa, solo puntadas en su cabeza y risitas entre ella y el sol.
Corre dentro del mar, la sal desprende la arena que se había escondido, su ropa se moja de abajo hacia arriba, las puntas de su pelo sucio se humedecen y se salan. La coma no se mueve más que hacia los lados, ella mueve sus brazos encerrados en la ropa mojada, desesperada traga agua, patalea lo más fuerte que puede. La coma se acerca, ella solo piensa en su hermana y le ruega a los dioses que esté en esa balsa.
La quietud del mar inmenso se revolotea con su chapoteo. El sol revota en la superficie y como un espejo ilumina la mañana dos veces más de lo normal. Ella nada, patalea, respira ente el jadeo, traga agua y la bota, tose de vez en cuando y justo cuando sus brazos empezaban a acalambrarse llega hasta la balsa.
La embarcación de madera que flota al final del infinito lleva a su hermana dormida. Recostada boca arriba, con el pelo goteando agua y sal, las manos y los pies arrugados, la boca entreabierta y los ojos cerrados. El sol roza la piel blanca de Magdalena y el frío le eriza cada centímetro de sí.
Ella sube hasta el armatoste hueco de madera y respira mientras intenta reanimar a su hermana. La toma de la cabeza, la mira, la llama, le grita, la mueve… El sol sigue su movimiento oblicuo en torno a la tierra y ella con el hálito perdido detiene su mundo para respirar. Comienzan a cerrársele los ojos, pierde la fuerza. Se está cayendo. Mira al sol y la puntada vuelve, el dolor se hace gigantesco y cae.
Junto a Magdalena ella no se mueve. Una boca abajo y la otra boca arriba, el sol acaricia su piel mientras el viento eriza sus milimétricos poros. Y la coma se balancea con el viento y el vaivén de las olas.
Macarena Nieto Ramírez
La sorprende un inexplicable dolor de cabeza que se instala entre ceja y ceja. La puntada y el sol hacen un pacto y ella ve como su paz vuela entre las nubes y el cielo eterno. Se levanta del suelo y ahora en los pliegues de su ropa podría construir castillos si quisiera. Mira hacia sus pies y los ve descalzos, los hunde y los siente fríos. Los examina con los ojos, se mira las manos y las sacude con su ropa. Quiere caminar, pero el sol no la deja levantar la mirada. Con la mano izquierda hace sombra en sus ojos que miran directo hacia sus pies y ellos avanzan, uno tras otro, en dirección al muelle.
La ropa es la misma del día anterior, la cara, las manos y el pelo. Camina por la orilla del mar hasta que, sin aviso ni clemencia, la ataca un recuerdo borroso y ruidoso. Con los ojos cerrados se ve sentada con las piernas cruzadas, un cigarro en su derecha y las carcajadas que golpean el tímpano y colisiona en su cabeza. Abre los ojos y trata de recordar. Busca en sus bolsillos alguna señal de la noche anterior, pero ni cigarros ni carcajadas guarda en ellos, solo arena sucia y fría.
Sigue caminando, ahora en dirección contraria, hacia donde ella había despertado minutos atrás cuando otro irrespetuoso recuerdo la acecha. Con las manos en el rostro escucha una guitarra y un canto en cámara lenta. Las luces hacen líneas luminosas en su cabeza, serpientes brillantes que la ciega en su ceguera. Hasta ahí el recuerdo. La arena y el mar eran inmensos y el cielo con sus nubes no hacen más grande su existencia.
Se detiene y se acerca al mar. Humedece los pies en la arena que el sol no ha sabido secar. Sigue caminando hasta que el mar le inunda las rodillas y mira el horizonte. Claro y luminoso deja un pero entre su continuidad, una coma entre tanta agua, una mancha que se menea con el vaivén de las olas. Mientras mira otro recuerdo la ciega y ensordece. Esta Magdalena, su hermana, sonriente y coquetea. A su lado un hombre, pirata, marinero, pescador… No tiene idea, un hombre vestido de hombre. Y atado al muelle una balsa. Abre los ojos y mira hacia el muelle, hacia donde está saliendo el sol. Pero no hay balsa, solo puntadas en su cabeza y risitas entre ella y el sol.
Corre dentro del mar, la sal desprende la arena que se había escondido, su ropa se moja de abajo hacia arriba, las puntas de su pelo sucio se humedecen y se salan. La coma no se mueve más que hacia los lados, ella mueve sus brazos encerrados en la ropa mojada, desesperada traga agua, patalea lo más fuerte que puede. La coma se acerca, ella solo piensa en su hermana y le ruega a los dioses que esté en esa balsa.
La quietud del mar inmenso se revolotea con su chapoteo. El sol revota en la superficie y como un espejo ilumina la mañana dos veces más de lo normal. Ella nada, patalea, respira ente el jadeo, traga agua y la bota, tose de vez en cuando y justo cuando sus brazos empezaban a acalambrarse llega hasta la balsa.
La embarcación de madera que flota al final del infinito lleva a su hermana dormida. Recostada boca arriba, con el pelo goteando agua y sal, las manos y los pies arrugados, la boca entreabierta y los ojos cerrados. El sol roza la piel blanca de Magdalena y el frío le eriza cada centímetro de sí.
Ella sube hasta el armatoste hueco de madera y respira mientras intenta reanimar a su hermana. La toma de la cabeza, la mira, la llama, le grita, la mueve… El sol sigue su movimiento oblicuo en torno a la tierra y ella con el hálito perdido detiene su mundo para respirar. Comienzan a cerrársele los ojos, pierde la fuerza. Se está cayendo. Mira al sol y la puntada vuelve, el dolor se hace gigantesco y cae.
Junto a Magdalena ella no se mueve. Una boca abajo y la otra boca arriba, el sol acaricia su piel mientras el viento eriza sus milimétricos poros. Y la coma se balancea con el viento y el vaivén de las olas.
Macarena Nieto Ramírez
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