De pie frente a la cómoda de su pieza abre el primer cajón. De él saca dos cosas: una caja negra y rectangular con las puntas redondeadas; un enredo de fierros plegados unos sobre otro. Deja las cosas junto al televisor que está sobre el mueble, cierra el cajón, se agacha y abre el último. Entre telas y recuerdos se esconde un viejo libro que vuelve a la vida al contacto con sus manos. Cruje su rodilla izquierda cada vez que vuelve a pararse. Con el pie derecho empuja el cajón que se cierra silenciosamente.
A su espalda tiene una cama de dos plazas sobre la que deja la caja y el libro. Toma los fierros y uno a uno comienza a abrirlos con agilidad. Separa el primero hacia la derecha, saca el segundo a la izquierda, suelta una tuerca y el fierro crece. La aprieta otra vez. Se para y mide la altura. Quedó corto. Se agacha suelta otra tuerca más abajo y el fierro vuelve a crecer, la aprieta y se endereza. Toma el aparado por el centro y lo mueve cerca de la ventana. El atril está ahora en su lugar.
Vuelve a la cama y separa las hojas del libro. “Ejercicios de respiración”, “Sonata corta en Sol”, “Melodía en allegro”. Se para y deja el libro lleno de líneas y puntos en el atril. El último título es el elegido. Fija las hojas para que no se separen lo equilibra.
Vuelve a la cama por última vez. Abre la caja y de ella saca dos pañales de tela y tres cilindros metálicos. Saca la boquilla y quita su protección plástica, la limpia con un pañal y la deja a un lado. Saca la parte más larga. Es un complejo sistema de llaves que se abren y cierran dependiendo de dónde estén sus manos. Quita la protección y con el otro paño limpia los brillos perdidos de su cuerpo. Con mucho cuidado une la primera y la segunda parte. La pone en su lugar, cierra un ojo y se fija si quedó bien puesta. Un giro lento y suave y la primera parte ya está completa.
De la caja saca la parte más pequeña. Es la última y no tiene protección plástica. La limpia, la pone y gira. Todo listo: atril en su lugar, libro abierto y firme, flauta armada.
Se para frente al atril. Separa sus pies en un ángulo de ochenta grados. Respira profundamente. La mano derecha va por delante; la izquierda por detrás. Cada dedo en una llave y los labios en la boquilla. Erguida mirando el pentagrama comienzan a salir una tras otras las notas que se atropellan en una melodía en allegro.
1 comentario:
volviste a tocarlaaaaa :D
wuuuuuuuu
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