viernes, 27 de enero de 2012

Mi irracional declaración de amor

Qué.






Que irracionalidad la mia de pensarte mia. De quererte mia todo y toda mia. De dedicarte mil canciones y poemas malheridos. De dibujar con mis yemas la silueta juguetona de tu espalda. De pensarte mia y mia. De querer juntar los días y las semanas y construir un castillo que jamás nos destruya.
Que irracionalidad la mia de recordarte mia. De tenerte a mi lado con las rodillas entrelazadas. De escucharte murmurar en la noche y apoyar en mi tu cabeza. De alborotar el color de tus ojos cuando me ves más tuya que el día anterior.
Que irracionalidad la mia de extrañarte como te extraño. De quererte como te quiero. De escribirte como te escribo. Mi océano a medio sol que se mueve complacido por las seis de la tarde y se menea sin cesar seduciendo a mis pupilas. Que paz la de sentirte respirar los segundos sobre mi cuerpo. Ver como tus pecas se caen una a una sobre mis hombros y robármelas en una escena de celos porque tú sí eres maravillosa. 
Que irracionalidad la mia de contarte los placeres y escribirte en los andares. Tomar tu mano para sentirte lo menos lejos posible y extrañarte cuando los minutos tiemblan en mi reloj. Que ganas de volver a sentirte quejumbrosa entre las sábanas, peleando contra los dioses, las mermeladas de miel, los pasteles y los sueños de dragones y princesas feas. 
Que irracionalidad la mia la de escribirte sin nombrarte, de hablarte sin que estés. Son tu ojos mi ataúd y tu espalda mi camilla. Llévame a cultivar entre tus piernas el rosal de mi destierro. Déjame deshojar mis pensamientos en tu cabello y perder la compostura con elegante discimulo. 
Cómo te canto si al dormir soy crisálida que despierta para amarte una vez más. Cómo acaricio tus entrañas y te llevo lejos, más lejos... aún más lejos. Lejos. Cómo te escucho y te sostengo y te retengo.
Que irracionalidad la mia esta de amarte sin recelo y la de besarte sin censuras y de tocarte sin excusas.
Que irracionalidad la mia la de acunarte entre mis venas y entibiarte el lecho frío.
Que irracionalidad la mia la de prestarte mi vida entera para extasiarme de tu compañía.
Que irracionalidad la mia de verme morir entre tus brazos y dedicarte el último beso.

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