Estaba la rana sentada cantando debajo del agua con el resto de sus ranas amigas.
Una de las ranas dijo que saldría del tanque porque no tenía sentido estár ahí.
Tomó sus cosas y estaba dispuesta a irse.
La otra rana la miró y se le cortaron los cables que conectan la sutilieza, la razón y la empatía a su sistema nervioso central.
Resultado: La rana que estaba sentada cantando debajo del agua entró en furia. Se le pusieron los colores fuccias, se agarró de los pelos que le habían salido, dejó de cantar y vomitó un par de palabras que hasta ese día se le habían acumulado tras las cuerdas vocales.
De la verborrea se distingue un "para la wea", un "cuándo", un "pa qué", un "te sirve", un "revisar trabajo", un "anda a clases"... pero el resto todo está medio difuso en su memoria.
Después del evento la rana que estaba sentada y ya no cantaba debajo del agua porque se sulfuró con la vida y se puso a gritar guardó silencio y miró el infinito mientras recobraba el ritmo de su respiración y su arritmia cardiaca volvía a cero.
En eso fue que la rana que no cantaba y que se iba del tanque mira con ojos de pánico sincero sin entender lo que pasaba, toma su cabeza y se larga a llorar.
La rana frente a la que acababa de gritar un credo irreconocible de blasfemias tenía en su rostro una mueca de asombro, de irreconocibilidad (palabra que acabo de inventar) y toma las manos de la que llora y la consuela, mientras las otras dos lucían un signo de interrogación imaginario junto a sus cabezas.
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