martes, 15 de marzo de 2011

... Aunque no hoy ni ayer ♫

Comprendo las distintas realidades y me hago con eso un mundo bastante peculiar que se pliega entre mis manos.
Parte por parte separo sus esquinas y hago de un hermoso alfil empapelado, un simple papel lleno de letras que preferiría no leer. Te tengo frente a mi, me miras con tus ojos cafés inmensos, eternos hasta el infinito, esos ojos universales que me enredan en tus pupilas y en tus secretos que temes revelar al resto de los humanos que te rodean. Te retuerces en mi cintura y me derrito con tus pequeñas manos frías, gigantes, inestables, complicadas, dubujantes de manos, dibujantes de sueños sin fin que terminaron antes de lo que supucimos.
¿Me entiendes un poco? ¿sabes a dónde voy con esto?

Caminaste en dirección al cielo, pero el mar se interpuso en tu destino y llegamos a un vacío complejo y descontextualizado que no supimos encontrar o retornar al inicio. La rueda de la fortuna giraba dentro de mi y las nubes hacían complot para mutar en olas indomables y viciosas.
Viajamos con destino al fin del mundo y viniste a destruir mi avión de papel en el que habría, yo, de invitarte hasta estallar en nebulosas las magnificas claridades en nuestros daltónicos colores.

Mi tímpano vibra con las notas de tus recuerdos y me olvido lentamente del reflejo de tu rostro entre mis aguas. Separé el mar y pretendo caminar entre la humeda realidad para cruzar hasta donde no estés, hasta dónde tu realidad no perturbe mi existencia.
Y daré la vuelta para verte crecer ya sola, sin mi. Y yo gigante en la nimiedad comunicadora, escribiré un libro que lleve tu nombre, plantaré una rosa que cortaré cada abril y desgarrare de mi cuerpo mi sombra para que te cuide y seque las lágrimas que se escapen de tu corazón.

El olor a ti me invade y me estremece la idea de odiarte. Mas te odio porque duele.

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