sábado, 19 de marzo de 2011

Corazón de brownie

Cuando te enamoras... cagaste. Así de simple.
Todo empieza un lindo día de primavera cuando decides, en dos segundos, levantarte y salir corriendo para conocer a un par de personas.
Con una muela menos mi cuerpo se volvió aerodinámico y volví a sentir esa magnífica melodía que me hace volar por los aires y transforma todo en un pastel de crema.
Mi pies se despegaron del suelo como hace tanto no lo hacían. Mis manos se encontraron a la altura de mi ombligo y jugueteaban para que mis rodillas dejasen de temblar. Mis ojos buscaban esos ojos almendrados bicolores que se asemejaban a los fuegos artificiales desteyantes que habías en mi estómago. El juego era saber quién era, el juego estaba en descubrir en medio del espacio una nueva luna, más grande y más brillante, un nuevo sol donde viajar hacia un nuevo mundo para construir.
En el gris encontré tu verde y tú encontraste mi café; mi cuerpo encontró tu abrazo que se desvaneció entre las nubes de un día soleado. Mis pasos siguieron los tuyos y tu sombra le coqueteó a la mia mientras se tomaban de las manos sin darnos cuenta.
Escuché tu voz y mi tímpano decidió derretirse junto con mis pies. Mis silencio largos se acortaron por tus pasos cortos. Y en mi espalda iba soñando con el latir de mi corazón que se aceleraba a cada roce.
Distraida tú y habladora yo. Mi cuerpo respondía lento, tarde y desmesurado. No tuve el control, no supe tenerlo... tampoco quería. Me sentía en la luna, sin gravedad, sin tierras conquistadas, sin refugios.
Y ahí estabas tú. Tan inquita, tan perceptiva, tan exageradamente tuya.
¿Me das tu mano? ¿Quieres llegar a Plutón tan solo en un salto?
Me afirmé de tu cintura y me dejé llevar. Comprendí que te quería, que mis manos se ponían nerviosas contigo y que mis labios buscaban tu piel.
Hasta ese minuto exacto, sin sol y sin luna, sin día y sin noches, sin segundos, sin espectadores, sin animadores... sin nada pero con todo. Ese minuto en que me armé de un valor inexplicable, ese minuto donde mi mano encontró la tuya, donde mi respiración te sentía tan cerca, donde tu olor invadió mi nariz y llenaba mis pulmones de ansiedad. Fue uno, un minuto en que cerré mis ojos y dejé mi pasado atrás, convertí mis angustias en alegrías, dejé de extrañar, dejé de perder y empecé a ganar, y con los ojos cerrados vi los mil y un colores, construí un nuevo templo en mi mundo extravagante, y te dejé ahí. Te invité con los labios a un mundo más complejo como lo es el mio... y con tus labios accediste.
A eso me refiero: cuando te enamoras... cagaste.

terminas así.

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